viernes, 27 de abril de 2012

VI, LOS FAROS, Charles Baudelaire

Rubens, río de olvido, jardín de la pereza,
fresca almohada de carne, donde amar no se puede,
mas la vida ahí afluye y sin tregua se agita,
como el aire en el cielo, y la mar en la mar;

Leonardo da Vinci, sombrío y hondo espejo,
en que hechiceros ángeles, con su dulce sonrisa,
cargada de misterio, se muestran en la sombra
de glaciares y pinos que cierran sus países;

Rembrandt, triste hospital preñado de murmullos,
solamente adornado por un gran crucifijo,
donde en llanto se exhala la oración del estiércol,
y que un rayo de invierno bruscamente atraviesa;

Miguel Ángel, lugar incierto en que los Hércules
se mezclan a los Cristos, y donde en pie se alzan
fantasmas poderosos que al llegar el crepúsculo
desgarran su mortaja con los dedos crispados;

iras de boxeador, impudores de fauno,
tú que supiste ver la belleza canalla,
pecho hinchado de orgullo, hombre amarillo y débil,
Puget, de los forzados melancólico rey;

Watteau, ese carnaval donde, cual mariposas,
ilustres corazones resplandeciendo vuelan,
ligeros decorados alumbrados por lámparas
que la locura vierten sobre el baile que gira;

Goya, la pesadilla de ignotas cosas llena,
fetos que se cocinan en medio del sabbat,
viejas ante el espejo, niñas todas desnudas,
que las medias se ajustan tentando a los demonios;

Delacroix, sanguinoso lago de ángeles malos,
umbrado por un bosque de abetos siempre verdes,
donde extrañas fanfarrias, bajo un cielo de pena
cruzan, como un suspiro sofocado de Weber;

estas blasfemias, estas maldiciones y quejas
estos éxtasis, gritos, llantos, estos Te Deum,
son un eco que mil laberintos repiten;
idel corazón mortal son un opio divino!

¡Es por mil centinelas un grito renovado,
una orden que mil pregoneros propagan;
es un faro encedido sobre mil ciudadelas,
grito de cazadores en la selva perdidos!
¡Pues, Señor, es sin duda el mejor testimonio
que podríamos dar de nuestra dignidad
este ardiente sollozo que rueda por los siglos,
y que muere en el borde de vuestro ser eterno!


23 de abril, día del libro

La celebración del día del libro se remonta a principios de siglo. La historia del libro se hace festiva y surgen actividades literarias en toda España. Hoy, el día 23 de Abril se celebra en todo el mundo, el día del libro internacional.
El Origen del día del libro se remonta a 1930. El 23 de abril de 1616 fallecían Cervantes y Shakespeare. También en un 23 de abril nacieron – o murieron – otros escritores eminentes como Maurice Druon, K. Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla o Manuel Mejía Vallejo. Por este motivo, esta fecha tan simbólica para la literatura universal fue la escogida por la Conferencia General de la UNESCO para rendir un homenaje mundial al libro y sus autores, y alentar a todos, en particular a los más jóvenes, a descubrir el placer de la lectura y respetar la irreemplazable contribución de los creadores al progreso social y cultural.


La idea original de esta celebración partió de Cataluña, del escritor valenciano Vicente Clavel Andrés, proponiéndola a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona. Poco después, en 1930, se instaura definitivamente la fecha del 23 de abril como Día del Libro mundial, donde este día coincide con Sant Jordi (San Jorge), patrón de Cataluña y Aragón y es tradicional que los enamorados y personas queridas se intercambien una rosa y un libro.