sábado, 24 de marzo de 2012

Madame Bovary. Gustave Flaubert / 1857 / Melodrama / Francia


La historia de una precipitación irreparable, la asunción de un destinofantasmal (o nutrido de fantasmas), afincado en el adulterio y consumado en la muerte.

«Madame Bovary soy yo», respondía Flaubert cuando le preguntaron por la identidad de ese personaje tan asombrosamente vivo. Y a medida que vas leyendo la novela y que te vas relacionando con su protagonista, puedes caer en la cuenta de que también tú eres Emma. Todos pueden serlo.
Y el que no lo crea así es que no ha soñado. ¿Quién no ha creído, al menos una vez, que estaba bailando con la sensualidad hecha carne? Acicalada como una actriz debutante, Emma lo cree cuando ejecuta su primer vals con el vizconde y siente alas en sus pies.
¿Y quién no ha creído, al menos una vez, que la vida estaba en otra parte y que otra vida más generosa y más intensa nos estaba esperando a la vuelta del camino?
Emma cree, o necesita creer, que su frente está marcada por la señal de una determinación sublime y, tras el primer acto de transgresión de la norma, siente, al mirarse al espejo, que es una de las heroínas adúlteras de sus lecturas clandestinas.
Su verdadero mal es que está enamorada del amor: de un amor por encima de todos los amores, de un deseo por encima de todos los deseos. Su fulminante ideal la ciega, y no ve a su marido, que al final parece aquejado por la misma enfermedad que su esposa.
La muerte de Madame Bovary nos coge al final a traición, porque es la muerte del sueño romántico, (y la muerte de esa frenética partitura que Emma lleva escrita en el corazón).





Desi :)